viernes, 3 de marzo de 2017

¿Le estas enseñando a tus hijos a comunicarse con el Universo?

¿Le estamos enseñando a nuestros hijos a orar? O todavía es la hora que ni nosotros mismos sabemos orar.

Le estamos enseñando...
Que como somos imagen y semejanza suya, tenemos el poder de apartar los demonios en el nombre de Jesus.


Que la oración es una conversación honesta con Dios en el nombre de Jesus. En cualquier lugar y a cualquier hora.

Que ya Dios sabe lo que sientes y piensas, por que Él es tu creador. Pero como Él te hizo libre desea que libremente tú lo busques a él.

Que la imposición de tu mano invocando a el Poder de Espíritu Santo, sobre otra persona, comienza a trabajar a su favor desde ese mismo momento, ya sea para sanar, o motivar, o bendecir.

Que Dios nos dio propósito a cada uno de nosotros. Sin embargo, Él como un Padre, Dios poderoso, misericordioso y amoroso, nos escucha cuando le conversamos (oramos), cuando lo invocamos, y cuando le pedimos.

¿Sabías que tú puedes provocar a Dios con tu constante oración y disposición de hacer Su voluntad?

Retoma tu relación con Dios, revísala y comienza a provocarle. Hay muchas bendiciones guardadas para ti, que Él te quiere regalar.

Dios no es un cajero automático, Dios no es genio de en una lámpara para pedirle deseos, Dios no es un boleto que se raspa y te da un premio instantáneo, Dios es algo tan grande, poderoso e infinito que mente humana no puede abarcar, pero si, es un dando y dando.

Tú lo provocas con tu oración y tus obras que le agraden a Él y Él te bendice.

Bendice a Dios, alábalo, glorificarlo, exáltale, ámale, cántale, báilale, ofrécele tus cosas y lo encontrarás en los detalles maravillosos que diariamente envía para ti.

Encontrarás sus regalos de amor en la luz del sol, o al mirar la luna, o en un olor delicioso, o de repente miraste a el cielo y la formación de nubes te hizo feliz, o la lluvia, o el "buenos días" de un extraño, en la carcajada de un ser amado, en la mirada de un anciano, viste un arco iris, la nieve te pareció hermosa, te alegraste por el triunfo de alguien, te pasó algo chevere, o un dolor emocional ya deja de doler, no tenías alimento y alguien te invito a comer, llegó alguien a tu vida y te anima a salir de tu "comfort zone " y a emprender nuevos retos, alguien que te hacía daño ya no puede, alguien que te retenía a crecer ya se fue de tu lado, las ideas que te atormentaban las pudiste manejar tú a ideas positivas, tomaste control y organización de tu casa, de tu trabajo, de tu vida.

De repente sientes deseo de que todo en tu entorno esté limpio, tienes el valor de separar de ti las personas que no te edifican, sientes que ya no tienes miedos a nada, ni a nadie, sientes que tú has provocado a Dios y Él te bendice, pues eso es parte de la lista interminable de los regalos que Él nos hace cada día.

Dios también es un Dios celoso, por eso el primer mandamientos es; amar a Dios sobre todas las cosas, con toda tu alma, con todo tu corazón y con todo tu entendimiento y luego te dice que vas amar a otros, como a ti mismo, o sea, te tienes que amar a ti primero para poder amar a los demás. No es amar a otros para que te amen a ti, ¡NO!

Ámate tú, que ya Dios te ama y no hay nada que tú puedas hacer para que Él deje de amarte, Él no amará tus pecados, pero te ama a ti. Y créeme que nadie más tiene esta capacidad de amar.
No nos dejemos enredar con nada (la gente negativa que le sirven a el enemigo) de este mundo que solo quiere apartarnos de Su presencia.

Cuando menciono que Él es un Dios celoso, quiero poner este ejemplo, porque pienso que es muy común, __imagínate tú amando a alguien tanto, tú bendiciendo a una persona con tu apoyo, ayuda para que prospere, tú siendo parte de su carrera, tú siendo parte de su economía, ayudándole a ahorrar, cuidando en enfermedad, ayudando en lo que sea y que de repente, esa persona a quien amabas tanto, te falle, se olvide de que tú existes, no te valore, no te respete, ya no te incluye en nada, porque ya se benefició de ti, o se aburrió, o simplemente es una amargada, un incompleto o un ser que no conoce o reconoce a Dios, o consiguió ya a su próxima víctima.

Yo sé que muchos de ustedes saben lo que esto significa en tu vida, como se siente cuando alguien, de quién no lo esperabas, te joroba la vida y te cambia los muñequitos, cómo esto te impacta negativamente.

Muchas veces me he preguntado; cómo se ha de sentir Dios, que nos crea y nos ama incondicionalmente, aunque nosotros pequemos y en cambio, nosotros no lo buscamos, no lo provocamos, no los conocemos, no lo aceptamos y no lo incluimos en nuestras vidas. ¿Has pensado esto alguna vez?

Ama a Dios más que a nadie, porque nadie jamás te amará como Él te ama, ahora mismo.
Provoca a Dios con tu oración, y Él te concederá la bendición de acuerdo a los deseos de tu corazón que te harán de bien.

¡Gracias, gran Universo de amor!
Los bendigo.


Nota: Para mayor nutrición espiritual lee la Palabra de Dios regularmente. 
Bori Planeta

jueves, 2 de marzo de 2017

El que tenga ojos...


Cuando nos cegamos con las circunstancias y solo vemos lo que está en frente de nuestros ojos; cuando la confianza la ponemos absolutamente en otro ser humano o en nuestra propia inteligencia y no en el Padre del Universo, nos perdemos la perspectiva real de la vida que es aquello que no se ve, pero que sí es.

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Has escuchado una vez la frase que dice; "no hay peor ciego que aquel que no quiere ver" y es que la fe es ver con los ojos del alma. La fe es creer lo imposible, es reafirmarte, es ver, sentir, llamar, desear, pedirlo y darlo por hecho agradeciendo, porque el Padre del Universo es el Padre de la abundancia y Él está ahí para cuando pidas, darte.

Pero no olvides un detalle; hay que dar para recibir. Abre los ojos de tu espíritu para que puedas ver las cosas que se te dan y que se te han dado, porque es posible que no vengan en la envoltura en que tú lo esperabas y para que no seas como aquellos que "no ven más allá de sus narices".

Los regalos del Padre del Universo son perfectamente buenos; sólo basta con que tú creas que son perfectamente buenos para ti.
Bori Planeta