La naturaleza humana que compartimos nos lleva, a todos, en algún momento de nuestras vidas a enfrentar un sinsabor, o algo con sabores desde agridulce hasta amargo, por describir los niveles emocionales y circunstanciales que tenemos que experimentar que requieren de nuestra inquietud para que algo más suceda, para movernos de donde estábamos, para llegar a una meta o cumplir un propósito.
Sin embargo, depende de ti y no de quienes te rodean, como has de cambiar las circunstancias, como has de re-escribir esa página de tu historia, únicamente de ti depende.
Es necesario que asumas la mejor de tus actitudes, que te mantengas positiva, que tengas siempre el control y que te des la oportunidad de utilizar tus mejores capacidades y tu intelecto para sacar lo mejor de este momento de reto, lo mejor de ti. Cuando tu mantienes tu luz, tu control y amor propio, créeme, que se te acercaran las personas adecuadas, que formaran parte de un momento que los llenará a todos los participantes, de nuevas destrezas de vida.
Y es que, si pones tus esfuerzos y energías en aquellos de quienes no vas a sacar lo que tú quieres o pretendes sacar, y como tu deseas que actúen, estás perdiendo un tiempo valioso, y te haces daño a ti mismo puesto que pudieras estar usando esas mismas energías en darle otro giro a esa situación en específico que se te ha presentado. Tienes que estar tan dispuesto como tu espíritu y arrastrar a tu cuerpo, a tu ánimo a hacer cosas positivas, que te llenen a ti, que te superen, que te hagan subir un peldaño más en tu vida, sin hacerle daño a nadie más, pero sin que te hagas daño a ti misma.
Así que, cuando se te aparezca en la vida algo que no te gusta, te recuerdo que hay muchos sazones, especies y hierbas para darle nuevos sabores a tu paladar.
A falta de viento, rema. A falta de ayuda, esfuérzate el doble. A falta de amor, ama a más personas. A falta de esperanza, ora. A falta de milagros, abre tus ojos y presta atención.
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