En conciencia de todas esas playas que rodean
la costa de Puerto Rico, Vieques y Culebra que entre la mano mezquina de los humanos,
que destruyen y ensucian, y por la Madre Naturaleza que; que culpa tiene de
encontrarlas tan vulnerables, y que a su vez son tan parte de ella, mientras
hace su manifestación en nuestras costas. Por cada una de las más de 65 playas
que hemos visitado, y las que nos faltan por visitar, aunque triste, con
esperanza de verlas relucir muy pronto, aunque en una única metamorfosis. Bori
¡Que rico lo vivido!
Los días en que el home schooling lo llevábamos
fuera de la casa. Y a la hora del recreo, que era como una redundancia, ya que
es todo un recreo tomar clases en las playas de esta hermosa isla, yo le decía a
Little Man que se entretuviera buscando diferentes tipos de piedras, o de
caracoles para yo tomarme el tan merecido “break”.
Pero luego venia lo mejor; él llegaba con sus
tesoros y los tiraba a mi lado, y ahí comenzaba la clasificación científica, sí,
claro, pero al estilo de Little Man. No importaba que yo le hablara de los
tipos de piedras, caliza, mármol, granito, arenisca o sus clasificaciones,
sedimentarias, magmáticas, metamórficas, o a que clase pertenecían las piedras;
químicas, o volcánicas, él siempre tenía una respuesta tan jocosa de su propia invención
y de a donde en realidad pertenecían estas piedras; a nivel social.
Y ni se diga a la hora de clasificar caracoles;
ya fueran conchas, espirales, lapas, no importando si su taxonomía fuese gastropoda,
o que pertenecieran a la familia trimusculidae, Little Man no dejaba huérfano a
ningún caracol, porque él le encontraba una familia a cada una; ya fuera Rodriguez,
Garcia, Perez, etc, a quienes le buscaba similitudes para que pudieran entrar a
sus nuevos núcleos, pero él le encontraba lugar a cada caracol y a cada piedra.
Puede que algún día no se acuerde con detalle
de esas clasificaciones de caracoles y piedras, pero si les aseguro que nunca olvidará
los momentos divertidos y felices ante tan hermoso panorama de la tierra donde nació
la madre que lo parió y donde anduvimos de la mano bailando al son de las olas,
mientras la tibieza de sus aguas nos abrazaban y el sol de fuego nos enrojecía
la piel.
Apreciemos
lo que Dios en su misericordia nos ha regalado y hagamos bellas memorias para las
generaciones futuras que le hagan siempre retornar y aportar a la tierra de sus
padres.
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