A 6 Meses
del Huracán María, no todos en Puerto Rico celebran.
Aún quedan
los estragos de este terrible huracán que nos cambió la historia en “Antes y después
de María”.
Mi árbol
de aguacate se transformó en uno horizontal después del huracán.
Recientemente
viajaba por la autopista Luis A. Ferrer (52 norte) y ahora es notable ver las
decenas de techos azules. Para el que no sabe lo que son los techos azules, son
los toldos de plástico que cubren las casas afectadas, los mismos que en un
principio se encargaron algunas iglesias de repartir ya que la burocracia gubernamental
de turno y FEMA se tardaba mucho.
Cuando
miras tantos techos azules, sabes que esas son casas que fueron destruidas y
sus habitantes, tan afectados o más que los que vivimos los azotes de los monstruosos
vientos de María, en un cotidiano esfuerzo por reconstruir no solo lo material,
pero el espíritu, que ha sido lo que se nos afectó a todos. Vi todos esos plásticos
y se me hizo un nudo en la garganta mientras seguía manejando hacia la parte
norte de la isla.
Hace un
rato miraba en la tele un programa que presentaba a muchas de las personas que habían
entrevistado días después del huracán y hoy que ya ha pasado medio año y por primera
vez vi imágenes que no había podido ver antes porque no tuve televisión hasta
casi 60 días después del huracán, y poco a poco las noticias de los estragos y
el embate fueron sustituidas por todos los problemas sociales del país, pero esta
vez le di rienda suelta a mis sentimientos y me uní en llanto a esas personas
que desconsoladas, en el momento, también lo hacían.
Llega el
punto en que una se satura de la politiquería, de los lleva y trae del gobierno
y todos los partidos políticos, una se harta de las burocracias, de la agenda de
Washington, pero de lo que no nos podemos cansar es de hacer bien a los demás,
de apoyarnos los unos a los otros.
Recuerdo que
justo después que el huracán salió, fuimos muchos los que salimos a las calles
de nuestras comunidades a limpiarlas. Muchos de nosotros salimos a compartir agua,
comida y artículos de supervivencia a amigos, vecinos y hasta desconocidos.
Pero también vi, como el tiempo fue deteriorando a muchos, y esa hermandad y armonía
temporera se fue, con el pelear en el tráfico sin semáforos, pelearse por una
bolsa de hielo, robar generadores y hacer largas filas en comercios y bancos.
Fui testigo
de como las personas se fueron desesperando porque ya no aguantaban tantos días
sin energía eléctrica, se ponían de mal humor, insoportables, hablando
disparates, agrediendo, nos había cambiado todo, ni siquiera podíamos hablar
con nuestras familias y amigos viviendo fuera de la isla, estaba todo apagado,
los celulares, el sistema de WIFI, los satélites, los teléfonos, la radio y la televisión,
no había gasolina, no había agua, no había comida; solo estábamos los
habitantes de las tres islas, Puerto Rico, Vieques y Culebras, para apoyarnos
los unos a los otros.
Muchos se
agotaron si, otros se aburrieron, para algunos ya no era novedad luego que le
reconectaron su servicio eléctrico y tenían la antena de la televisión en función,
y tenían en donde cocinar con comodidad, y tenían en donde hacer hielo, tanto así,
que se olvidaron de la catástrofe, peor aún, se olvidaban de sus propios
vecinos.
Pero hubo
mucho más personas que nada les detuvo aquí dentro de la isla, los que tenían servicio
eléctrico nos hacían llegar agua fría, hielo a nuestras casas, jamás olvidare a
esos amigos y familiares que hicieron es por nosotros. Como olvidar el día que volví
a tomar agua bien fría por primera vez luego de 30 días cuando finalmente puede
comprar una bolsa de hielo y los puse en un vaso con agua, me hace pensar las
tantas cosas que nunca le damos importancia porque al parecer son
insignificantes, porque las damos por hecho.
Cuantas
noches paseé pegada a mi radio de manigueta; no olvido aquella primera noche
que buscaba una estación para poder escuchar que estaba pasando, ya que todo
era oscuridad y silencio cuando se iba el sol, y solo encontré frecuencias de México,
República Dominicana, Colombia, Venezuela, Haití y no sé qué otros lugares, al
menos eso era lo que me parecía de acuerdo a los acentos, pero nada de Puerto
Rico. Me estaba desesperando hasta que encontré una estación que se quedó por días
sin parar y fue así como me iba enterando de las cosas que sucedían con todo lo
que pasaba aquí; desde gobierno, rescates, posible colapso de represas,
refugios, asalto a mano armada, filas de más de seis horas para conseguir un
poco de gasolina, la desaparición del diésel, cuando movieron a refugiados para
dar paso a los genios de las logísticas, consejos para mantenerse saludable,
como comer, la higiene, personas ayudando a otras, el presidente de los EU
tirando papel toalla, los que estaban graves en hospitales, bacterias en salas
de intensivo, familias buscando a sus seres queridos, carreteras/puentes intransitables,
fincas destruidas, animales muertos, el cultivo de café, plátanos, las personas
saliendo en los aeropuertos en masa, famosos organizándose para enviar ayuda y
tantas cosas que me hacían reafirmar mi fe en la humanidad y mi desconfianza a
los gobiernos, y tantas otras cosas más.
Pero lo más
impactante que me conmovía lo más profundo de mi ser, eran las personas que
anunciaban de cadáveres y el gobierno que ridículamente anunciaba a 16
fallecidos, eso me daba rabia, las personas eran reales, las que llamaban a
esta emisora de radio y contaban todo lo que sucedía en sus comunidades, tanto
ancianos y enfermos, pacientes de todo tipo condiciones sin sus tratamientos, más
fuerte aun fue tener que escuchar de personas que llamaban para decir que no querían
vivir, que pensaban en el suicidio, y escuchar como estos locutores, luego de
otras emisoras que pude conseguir locales, se convertían en esa mano amiga, en
ese familiar para sustentar la necesidad emocional de los puertorriqueños. Ha
sido mucho el sufrimiento de mi Pueblo, esto aún es muy resiente y aun duele,
que hay tanto por hacer. Una de tantas noches a oscuras con mi radio, llore
cuando al cierre de la emisora, saliera un coro de una iglesia creo que de Philadelphia
cantando La Borinqueña, eso me activo los motores de mi ser, a seguir firme y
hacia adelante.
Cuando se pudieron
abrir las telecomunicaciones y los correos, la gente de afuera, Puertorriqueños
y todo ser humano que tiene noble corazón de muchas partes del planeta y a los
que aman a estas islas, no se hicieron esperar. Pero también vimos el caos de
cajas de comida perdidas que nunca llegaron, artículos de comida que tanto se
necesitaba al momento (aún se necesita) perdidos, dañados, robos, saqueos y
gente que se pasó de lista y se aprovechó de la situación, como también vimos
contenedores en los muelles con todo lo que necesitábamos deteriorándose bajo
el sol imponente del Caribe y un puerto en mi natal Ponce que servía de lujo,
hasta ultima hora. Que mucho sufrimiento he visto, jamás imaginé ver de tan
cerca gracias a la desorganización. Y bendita sea la palabra “logística” a la
verdad que nunca en mi vida, con tanto que amo escribir, pensé detestar una
palabra, yo diría que fue la palabra de moda que mejor se usaba para salir al
paso por tanta falta de sentido común, falta de responsabilidad y estrategia
para los trucos que siguieron llegando y siguen hasta ahora de todo aquel que busca
lucrarse con la desgracia de un Pueblo, que lo más que necesita son sus
libertades.
En mi caso
como olvidar cuando comenzaron a llegar cajas a mi casa, cada vez que llegaba
una lloraba de la emoción y era porque cuando mi hijo y yo abríamos las que recibimos,
salía el corazón lleno de amor de las personas que se tomaron su tiempo para
ayudarnos, ya que acá, los que teníamos dinero en el banco era como no tenerlo,
porque no había sistema para sacarlo, no había sistema para utilizar tarjetas de
banco o de crédito en los supermercados, ni siquiera las personas que reciben
beneficio del gobierno para sus alimentos podían hacer sus tan necesitadas
compras, el dinero en efectivo ya se estaba agotado y más que eso, en los
supermercados ya no quedaba nada de lo que comenzamos a necesitar mientras
pasaban los días y se agotaba lo que teníamos en la casa de cuando nos
preparamos previamente para el impacto de este sistema atmosférico. Y los mosquitos
abundantes pero los repelentes no.
Y pasaron y
siguen pasando tantas cosas en este “Antes y Después de María” que mis
recuerdos dan saltos de aquí para allá pero me tomaría mucho tiempo y energías para
detallar, porque todos fuimos impactados de un modo u otro.
Hoy, 20 de
marzo de 2018 a medio año del huracán de la historia, aún hay personas sin
casas, esos que desafortunadamente lo perdieron todo, aún hay demasiados techos
azules, aún hay desempleo, hambre, enfermedades, escases, falta de energía eléctrica,
aun los celulares no trabajan como corresponde, aún hay engaño, desinformación,
desigualdad, trampa, miseria, no te dejes engañar por los medios; que cada
medio comunicativo unos están con un partido político mientras el otro esta con
el partido de la oposición y de ahí, la desunión, la debilidad del Pueblo y la desorientación.
Entonces,
escuchen ustedes a la gente de este Caribe hermoso, porque acá el gobierno
ignora sus voces como así también lo ignoran todas esas agencias buitres, y
contratistas que ya se exhiben sin ningún disimulo por doquier buscando que más
comprar y a que más sacarle a la desgracia y desafortunada situación de un
Pueblo.
A medio año
del Huracán María, aun nos necesitamos los unos a los otros, aun contamos con
todos ustedes los que aman a Puerto Rico. Aunque halla tristezas, inconformidad,
desaliento, y dificultades, hoy es un buen día para aflorar aunque sea un
poquito felicidad en la medida en que seamos agradecimos al Altísimo porque nos
dejó vivos para continuar dirigiendo esta nación hacia el lugar que le
corresponde y se merece.
En María
hemos tenido muchas pruebas superadas, decisiones tomadas, y muchas lecciones
que nos hacen más sabios, y más fuertes. Sabiendo que de María en adelante, no
tomamos todo a chiste y nos mantenemos preparados y alerta para enfrentar de la
mejor manera posible… la vida.
Con
sentimientos encontrados igual les deseo el mejor día Internacional de la
Felicidad a cada uno de ustedes.
Sigue Girando Planeta
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